UN PUEBLO, UN ESCUDO
Todo colectivo de individuos necesita de un vínculo afectivo; de un sentimiento de pertenencia, el cual se articula mediante símbolos, y que a su vez, germina en una identidad propia y característica. Este escudo, esta divisa de nuevo cuño, es fruto de la expresión cultural, de la inquietud por dotar de identidad distintiva a un colectivo arraigado en estas áridas tierras de sol implacable.
Este escudo es una idea original de Juan Antonio López Iniesta y el diseño grafico de Juan Mercader Ingles, licenciado en Bellas Artes.
Esta divisa aglutina aquellos elementos que puedan irradiar perpetuidad y trascendencia, en la parte superior, el registro de las sierras de Columbares y Altahoa, muralla natural, oteada en el horizonte cual mujer yacente. En la parte central, una división, a la izquierda, la parroquia de Nuestra Señora del Rosario fundada en 1744, lugar de culto y piedra angular en torno al cual crece la población; en la parte derecha, el molino, fiel reflejo de las tierras de labor, que ha perdurado en el paisaje soportando la inclemencia de los años que lo devoran todo, y se jacta de ser testigo en la alturas del transcurso de nuestras vidas. En la parte inferior, la leyenda, Cañada de Sucina en alusión a esas tierras del labriego origen de los primeros asentamientos de población, donde hoy se levanta nuestro pueblo.
Este símbolo surge como una expresión cultural autónoma, que en ningún caso pretende suplantar a cualquier otro símbolo, pero si que sirve al enriquecimiento cultural de Sucina, además podrá ser difundido y utilizado por todo aquel que le profese su respeto y lo identifique como propio.
Vislumbrado entre montañas
Sol salvaje y altanero
de ti la peor calaña
y Dios me quiso sucinero.
CERBERO