Historia

FUNDADOR DE ESTE PARTIDO

Don Fernando Baltasar Arteaga


En la población de Sucina varias calles y un colegio público llevan el nombre de este presbítero que tanto significó para la pedanía, ya que a mediados del siglo XVIII consiguió elevar a parroquia la pequeña ermita construida en honor a la Virgen del Rosario.

Baltasar era hijo de Francisco Arteaga, Jurado de la ciudad, y Francisca Vela y Escamilla, ambos propietarios de diversos terrenos en Sucina y villas anejas. Entre los hijos del patrimonio, además de Baltasar, había otros dos presbíteros, uno de ellos párroco de San Juan Bautista de Murcia, y el otro párroco de San Francisco Javier.

Las noticias que tenemos del presbítero Arteaga nos llegan a través de documentos notariales y escrituras. Sabemos que el 20 de septiembre de 1738, tras quedar heredero de las propiedades de sus padres y hermanos, fundó en Sucina una capellanía, fundación en la que sus bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y obras pías.

Para esta capellanía se erigió una ermita en honor a la Virgen del Rosario, en la escritura don Baltasar explica que el pequeño edificio se ubicaba en la hacienda de la Perpleja, campo y jurisdicción de Murcia, "sita en la Cañada de Sucina". El objeto de este pequeño templo era servir como auxilio espiritual a los vecinos sucineros, ya que las parroquias más cercanas se encontraban en San Javier y Pacheco, algo lejanas para estos vecinos.

La hacienda en la que se estableció la ermita tenía 300 fanegas, pozo, casa, la propia ermita, y terrenos dedicados al cultivo de la oliva. Se conserva el documento que hace referencia a la relación de ornamentos, misas y uno de los condicionamientos de la capellanía que la convertía en colativa: todos sus sacerdotes debían residir en la hacienda.

En sus primeros años la ermita tuvo como capellanes a buena parte de los sobrinos clérigos de don Baltasar. Aunque hoy día pueden resultar chocantes estos detalles, durante siglos la iglesia tuvo que sustentarse a través de este tipo de donaciones privadas y patrimonios particulares.

El propósito de Baltasar Arteaga fue siempre el de convertir a la ermita del Rosario en parroquia de Sucina, cosa que logró en 1744 por autos que dieron comienzo el 6 de mayo. Don Baltasar se reservó para sí y sus sucesores el patronato de la parroquia, con asiento y preferencia en su capilla mayor, además de entierro en el templo.

En el testamento otorgado en 1750 por el presbítero Arteaga, se hace donación de ornamentos y vasos litúrgicos al templo. En este documento hay continuas referencias al orgullo que el sacerdote sintió siempre por lo que constituyó un proyecto vital.


Sus comienzos

Será en los siglos XVI y XVII, cuando la actividad repobladora del campo murciano se vea acrecentada, citándose el “Pozo de Suzina”, el “Derramador de Suzina” y “Cañada de Suzina” como focos o centros de ese poblamiento, aunque se desconoce el momento concreto en el que se produce la concentración poblacional.

En los inicios del s. XVIII, dentro de la distribución orgánico-administrativa del Reino de Murcia, Sucina es considerada como un lugar dependiente de la jurisdicción del Corregimiento de la ciudad de Murcia, partido que según Abelardo Merino, que a su vez cita a Hermosillo Parrilla, se hizo parroquia en el año 1.744, siendo fundada por el presbítero D. Baltasar Arteaga y Gamboa y en la que figuraba como cura D. Juan Rubio, en los tiempos del Obispo Ilmo. Sr. D. Juan Matheo, de la Orden de los Clérigos Menores. En 1768 se cifra en 919 el número de sus feligreses. Hacia 1.785 Sucina se incluye dentro del partido de Murcia como lugar de realengo con alcalde pedáneo.

En los albores del s. XIX, mas concretamente en el periodo denominado Trienio Liberal (1.820-1.823), Sucina logrará tener Ayuntamiento propio, incluyendo en su término municipal las localidades de Balsicas, Cañadas de San Pedro, Gea y Truyols, Cabezo de la Plata y Jerónimo y Avileses. Esta situación se mantuvo solamente hasta el año 1.834, fecha en la que pasó nuevamente a depender del Ayuntamiento de Murcia, debido a los numerosos problemas derivados de la falta de recursos económicos y la lejanía de los pueblos asociados a la cabecera municipal. A mediados de la citada centuria, y ya como diputación ó pedanía agregada al Ayuntamiento de Murcia, se tiene constancia, a través de la información facilitada por Pascual Madoz, de que Sucina la componían 50 casas reunidas en el núcleo principal de población, y hasta 400 diseminadas, todas ellas habitadas por labradores, estimándose una población de 450 vecinos, lo que significaría unas 3.050 almas. Contaba también con una iglesia parroquial de la que era titular Ntra. Sra. Del Rosario,las diputaciones de Abileses, Gea y Trullors, parte de Balsicas y de las Cañadas de San Pedro, con tres ermitas en dichos puntos”. Continuando con los datos aportados por el autor citado, “el terreno era todo de secano, formado por lomas incultas que corren de N a S y cañadas ú honduras para sembrar, paralelas a dichas lomas”. En estas tierras se cultivaba trigo, cebada, avena y aceite, existiendo algún ganado lanar y cabrío, dándose también la actividad cinegética, destacando la caza de liebres, conejos y perdices.

En el presente siglo, sobre todo a partir de los años 60, la pedanía ha visto como descendía progresivamente el número de su población, y, así, de los 1.714 habitantes registrados en 1.960, se pasa a los 1.005 de 1.970 y a los 985 en 1.991. En la actualidad, considerando los datos obtenidos en la renovación padronal de 1996, la pedanía cuenta con 1.054 habitantes. Esta población se localiza en su gran mayoría en el núcleo de Sucina, distribuyéndose el resto entre el diseminado y el núcleo de Casa Blanca. La mayor parte de su población activa se dedica a la agricultura, predominando los cultivos de secano, principalmente almendro, algarrobo y olivo, aunque se han ido desarrollando importantes plantaciones de regadío destinados a la producción de cítricos, hortalizas (melón, alcachofa y tomate) y leguminosas (haba verde). Al sector agrícola le siguen en importancia los servicios, la industria y la construcción, destacando empresas dedicadas al transporte y exportación de productos agrarios y a la comercialización de la almendra. También está alcanzando cierta importancia la ganadería como complemento de la agricultura, habiéndose instalado en la pedanía varias explotaciones agropecuarias.